Esta última semana ha sido muy especial, me hacía mucha ilusión que después de un año, Malva y Lorenita pisaran mi casa de RL, y compartieran un día con mi familia. Desde allí cogimos un avión hacia París, y después de 45 minutos de autocar, por fin llegamos a EuroDisney.
En Disney pasamos tres días viviendo a través de los ojos de Lorenita la ilusión de un mundo mágico, disfrutando de las atracciones y espectáculos, pero sobre todo… corriendo detrás de los personajes de Disney para hacernos fotos con todos ellos.
Llegamos a París en el RER, que nos dejó en la mismísima Ópera de Garnier, a escasos cien metros de nuestro Hotel. Esa misma noche nos dirigimos a la Torre Eiffel, y tumbados en el césped de Champ de Mars, vimos como el sol se escondía detrás de la Torre, y a los pocos minutos, era la Torre la que se iluminaba.
El domingo fue la final del Tour de Francia, y todo el centro estaba cortado, así que aprovechamos para visitar los museos. En el Hotel des Invalides visitamos la tumba de Napoleón, en el Louvre nos maravillamos de la sonrisa autocomplaciente de la Mona Lisa, y en el Orsay… mmm… en el Orsay nos perdimos en su sala de impresionismo, entre las obras de Renoir, Manet, Monet, Gauguin, Degas y sobre todo Van Gogh. Y delante de la habitación de Arles, recordamos nuestro viaje al Museo Van Gogh de SL, en una época en la que apenas nos conocíamos.
El día siguiente fue el de las iglesias y Catedrales, con visitas a la Madeleine, Saint Chapele, Notre Dame y el Sacre Cour, en el centro del barrio bohemio de Montmartre.
Para despedirnos de la ciudad, nada mejor que un paseo por los Campos Eliseos, desde la Plaza de la Concordia, hasta el Arco del Triunfo, donde nos sentamos un buen rato a descansar, y nos fundimos en un precioso beso, mientras se oía de fondo a alguien diciendo el ya clásico “siempre nos quedará París”. 






































